jueves, 24 de junio de 2010

Contra el dolor del mundo (cuento místico-erótico)

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Juntaron sus bocas húmedas y comenzaron a encenderse, él la abrazaba dulcemente, ella buscaba el tacto de sus genitales, los encontró y los removió con suavidad, luego, se separó deslizándose hacia abajo, ahora estaba frente a su masculinidad, la observaba y la manipulaba con delicadeza. Esa anatomía de su amado la atraía con una fuerza misteriosa. Él la observaba con los ojos cerrados. Ella comenzó a tener una ensoñación. Veía una granada de pulpa muy roja, luego, un elefante engalanado, luego, un pájaro amarillo, luego, las cuentas de un collar… las imágenes se sucedían, el universo entero era diversidad de formas y colores, y allí estaba ella, junto al atributo de su amante. Luego, la ensoñación se diluyó, entonces maniobró para situarse encima de él, sujetó el miembro con una mano, y se sentó contra su cuerpo, mientras el falo se abría camino dentro de su vagina. Repitió ese movimiento cinco, seis, siete veces, y se detuvo. Él permanecía acostado, pasivo. Ella sentada encima, ahora inmóvil. Se cogieron de las manos y reposaron… mas luego, comenzaron a danzar, a abrazarse, a besarse, a formar figuras imposibles… se agitaban, se detenían, se calmaban, y volvían a girar… el amor lo inundaba todo… dejaron de ser dos… dejaron siquiera de ser cuerpos… ya no había imágenes del mundo… ya no había luz… ni oscuridad.





lunes, 7 de junio de 2010

1.- El viaje

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La oscuridad era total, un olor penetrante y muy intenso lo impregnaba todo, se metía en la boca, era agrio, casi metálico. Intenté moverme, pero no noté nada, mi cuerpo no me respondía, pero no me alarmé, no sentía nada aparte del fuerte hedor. Me quedé quieto pues. No sé el tiempo que transcurrí en ese estado de sopor, inmovilizado y con la mente en blanco; entonces vi una especie de luz y vagas imágenes que se hacían realidad en mi cabeza mientras iba sintiendo cómo mi cuerpo recobraba el calor. Entonces las imágenes cesaron de golpe, y recordé; intenté incorporarme, y esta vez un fuerte hormigueo recorrió mi cuerpo, sentí la sangre bullir por todos lados. Era normal, estaba saliendo del aletargamiento y debía esperar todavía. Mi cuerpo había sido hibernado y todas las funciones vitales estaban recobrando su ritmo.

Corría el año 2040, cuarenta años de un milenio que acababa de comenzar y del cual los historiadores definirían sin duda como época revolucionaria: ¡Un tiempo fabuloso! Un tiempo de culminación en todos los campos de la ciencia en el que todo parecía posible. Pero: ¡Qué desgracia! Un desastre político y espiritual. Todos los valores de fin de milenio: derechos humanos, legislación, ética, o moral religiosa, eran vestigios de un pasado que nadie recordaba. Lo único que imperaba era un sencillo pero desgarrador: ¡Sálvese quien pueda! Y la salvación... dependía de tu posición social... Yo realmente gozaba de buena posición, pero no me sentía satisfecho, mis amigos no lo comprendían y decían que todas las preocupaciones que me asaltaban eran fruto de la nostalgia. Pero es que a mí, “Mi Bunker”, no me satisfacía. Quizás la humanidad terminara encontrando su camino, me decía, pero mientras tanto que no cuenten conmigo... Así pues, empecé a forjar un plan de huída el cual fue tomando forma poco a poco...

La verdad es que nunca se había intentado una hibernación tan larga. Habían pasado algo más de quinientos años, tiempo suficiente para que la humanidad se hubiera transformado. Lo que me esperaba fuera era una incógnita, pero por el momento me sentía orgulloso de mi éxito: Estaba vivo, nadie había interrumpido mi sueño, y pese a mi ignorancia en criogénica, todo había salido bien. En el reloj la arena seguía cayendo: verano de 2553, la pila atómica generaba luz, y me proporcionaba un primer sorbo de agua destilada que tomaba de un gran depósito ahora medio vacío, el pequeño jardín de hongos había funcionado y de momento no debía preocuparme por el almuerzo ¿o era la cena? La cámara exterior no emitía imágenes, seguramente debido a la acumulación de sedimentos. Ya llegaría el momento de salir, ahora era tiempo de educación física y reponer el equilibrio orgánico... y de ver si mi juguete estaba en buen estado... Mi juguete se llamaba Helena y fue un pecado imperdonable al que por último no pude resistirme. Ella había sido el amor de mi vida y aunque sé que me había querido tanto como yo a ella, las cosas se torcieron entre nosotros y ya nunca pudieron arreglarse. Entonces se me ocurrió raptarla. ¿Quizás en el 2553 todo sería diferente? Fui a verla, estaba bien, pero de momento no iba a despertarla. Debía reponer fuerzas y repasar mi estrategia para suavizar el impacto que sin duda sufriría al descubrir lo ocurrido.

Pasaron los días, las semanas y los meses. Pasé una gran crisis. De pronto todo me pareció una pesadilla y pensé en suicidarme. El agujero de mi hibernáculo parecía mi tumba. Mi amor parecía ya muerta... Pero me sobrepuse y decidí que ya había llegado el momento de la verdad: Helena y yo saldríamos a ver el mundo de 2553 y que fuera lo que dios quisiera.

2.- La chica