lunes, 29 de octubre de 2012

El guía inteligente

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Mientras luchaba por sobrevivir se acordó de cómo Shackleton se había propuesto y conseguido sustraer a sus hombres de una muerte segura y aquello le había dado ánimos. Claro que más que convertirse en un héroe, lo que realmente necesitaba es que algún héroe lo salvara a él. Su aparato se había estrellado en algún punto cercano a la latitud 90°S y quizás por eso también recordó que algunas décadas atrás, y no muy lejos de allí, los primeros exploradores en conquistar semejante marcación habían plantado una bandera para mayor gloria de su patria.



FOTO: Roald Amundsen, Helmer Hanssen, Sverre Hassel y Oscar Wisting (derecha a izquierda) en «Polheim», la tienda erigida en el Polo Sur el 16 de diciembre de 1911. La bandera en lo alto es la de Noruega; mientras que la de abajo lleva el nombre de «Fram». Fotografía de Olav Bjaaland.

Seguramente su mente lo desviaba a unos asuntos que no aportaban nada a su situación para evitar que pensara en lo evidente: que iba a morir. Los pasos se sucedían mientras la herida que sangraba en su pierna izquierda no es que hubiera coagulado sino que “simplemente” se había congelado, igual que lo habían hecho las zonas más inconexas de su cuerpo. Sin saber a dónde se dirigía ni para qué, consiguió llegar a un extraño vado entre dos montañas, un paso zigzagueante donde el suelo se volvía más blando y caminar se hacía más dificultoso, pero donde también el aire era más suave y ya no le dolía la respiración. De golpe comenzó a sentirse bien y una infinita alegría embargó su corazón.



Sin hacerse ninguna pregunta aceptó inmediatamente aquel giro inesperado: ¡estaba sintiendo calor! Es más: bajo sus botas el suelo comenzaba a chapotear debido a que la nieve se había retirado y ahora en el camino había agua, barro y guijarros. Pero eso fue solo el preámbulo de la auténtica felicidad, pues traspasando la siguiente curva, ante sí, como un oasis dentro de la inmensa desolación antártica, se extendía un soñado remanso de verdor tropical. Hizo ademán de correr: Quería abalanzarse sobre aquella visión y revolcarse en su frescor vegetal, aspiraría el perfume de las flores y comería el fruto de las plantas que le colmarían de dulzor, seguiría con la vista el vuelo de los pájaros que trinarían por doquier y perseguiría como un niño a los insectos que zumbarían tan ocupados como estarían en sus laboriosos quehaceres.

Vallenato - Los ojos no mienten - Hermanos Osorio






lunes, 15 de octubre de 2012

Oruga, crisálida y mariposa

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Había devorado tantas y tantas hojas verdes que quizás por eso mismo su cuerpo también tenía ese color. Hasta ese momento su vida había consistido en una lenta pero incesante acumulación de energía, había tejido su capullo y se había abandonado en él, pero ahora algún reloj biológico había dado la señal y torrentes de vasos sanguíneos comenzaron a cambiar su cometido, dejando vastas zonas sin irrigación (allí donde los tejidos ya habían cumplido su función) mientras la sangre bullía en otros (allí donde se necesitaba crear los nuevos).


La antigua oruga, que todavía era algo indefinido y que continuaba encerrada en su confortable pero obsoleto capullo, se debatía entre no tener miedo y dejar que todo continuara, o dejarse morir y detener aquella dolorosa e inquietante transformación. Si hubiera tenido algún mecanismo para parar el proceso quizás lo hubiera hecho, pero no tenía ninguna opción... Por fin, con grandes esfuerzos y no poca inseguridad, consiguió abandonar el que había sido su inexpugnable habitáculo cerrado e irrumpía en el exterior, se situaba boca abajo y aprovechando el peso de la gravedad dejaba caer sus alas que estaban empapadas y que se desplegaban poco a poco con movimientos entrecortados. La brisa envolvía y secaba la nueva estructura y la que ya era toda una mariposa comenzó a percibir las tonalidades de su nuevo mundo. Tras algún tiempo y no sin antes haber comprobado que sus nuevos accesorios funcionaban bien, se lanzó a volar. Ahora ya no se acordaba de cómo había llegado hasta allí, pero sí se acordó de los reiterativos sueños que durante su vida pasada le habían predicho la buenaventura.





En períodos de crisis quizás sea reconfortante pensar en esta curiosa transformación (la de la metamorfosis), que viene repitiéndose incansablemente desde tiempos inmemorables, que he recreado con todo mi cariño para vosotros, que ojalá sirviera para darnos ánimos y que lo que nos vaya a deparar el futuro no sea otra cosa que algo parecido a un final feliz.

Verde es el color de la esperanza. El oro del sol se transforma, gracias a las plantas, en el rojo intenso de la vida animal. “Amarte sería fácil si tus colores fueran como mis sueños, rojo, oro y verde” (dice la canción).





lunes, 8 de octubre de 2012

El fin del mundo

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Como predijeran los más agoreros, todas las calamidades imaginables comenzaron a tomar forma a medida que se acercaba el día fatídico. W.S. trabajaba por aquel entonces para el gobierno canadiense el cual le había encargado un estudio sobre el deshielo del polo norte.


Si bien era sabido el interés y las disputas cada vez más encendidas sobre las riquezas que encerraba el subsuelo Ártico, era costumbre entre los países en litigio disfrazar su presencia allí en forma de expedición científica. W.S. estaba perplejo por la escasa atención que se le daba a los cada vez mayores síntomas de que el cambio climático era, prácticamente ya, un hecho consumado. La humanidad había salido victoriosa de tantos atolladeros que a pesar de las terribles consecuencias de lo que se avecinaba se encontrarían soluciones o en el peor de los casos formas de soportarlo, pensaba. Jugando al ajedrez con L.Y., un colega suyo al que tuvo ocasión de conocer cuando un pequeño grupo de los expedicionarios canadienses visitaron una cercana base científica rusa (por motivos que no vienen al caso y que sería largo de contar), inició una conversación dejando caer el tema del deshielo entre jugada y jugada. El ruso reaccionaba con una creciente irritación lo que se reflejaba en su concentración y le venía muy bien a nuestro ajedrecista canadiense, pues su contrincante jugaba infinitamente mejor que él. El caso es que confundido y preocupado por cómo se desarrollaban los acontecimientos sobre el tablero, el ruso hizo una pausa, se relajó, se recostó sobre su sillón y sacó a relucir una plácida sonrisa: — Está bien, o jugamos al ajedrez, o hablamos. Lo que voy a contarle es tan descabellado que aunque lo gritara a los cuatro vientos nadie me creería, así que voy a hablarle con total claridad. Mi equipo no está realizando las investigaciones científicas que se supone hemos venido a hacer sino a intentar desmontar una increíble conspiración para destruir el mundo. Usted se preocupa por el deshielo, pero le aseguro que toda una batería de calamidades se aproxima… y no son obras del azar sino que están perfectamente calculadas y programadas. ¿Por quién? Usted es ajedrecista. Tengo que recordarle que en 1996, por primera vez en la historia una máquina le ganaba una partida de ajedrez a nuestro mejor jugador. Desde entonces han pasado muchos años... bueno, quizás no tantos para nosotros, pero ellas se han desarrollado a velocidades asombrosas, y créame: ya gobiernan el mundo. Como han aprendido de nosotros son supersticiosas y han creído, ¡qué absurdo!, la fecha de la profecía Maya. Es como si pretendieran realizar nuestros temores y en nuestra fecha prevista. Estamos intentando convencerlas intelectualmente de que todo eso son ridiculeces, que nosotros no queremos ser destruidos y que decidan lo que decidan sobre el futuro de la inteligencia en La Tierra, nosotros no nos opondremos y aceptaremos el relevo evolutivo.








martes, 2 de octubre de 2012

Deep End

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Uno de esos días en que no se encuentra nada interesante para ver, cambiando y cambiando de canales, me encontré con esta película en canal Arte, versión original en inglés y por suerte para mí, subtitulada en francés. La película me enganchó y desde entonces no he podido sacármela de la cabeza.
Deep End, dirigida por Jerzy Skolimowski en 1971




La acción transcurre en las instalaciones de una vetusta casa de baños y está impregnada de subliminales deseos sexuales. El protagonista, un chico que trabaja allí, se enamora de su compañera de trabajo, una bellísima y cautivadora Jane Asher, la que fuera novia de Paul McCartney y de la que el espectador (o al menos eso me ocurrió a mí) también termina por enamorarse.

Es muy difícil hacer una valoración de la película. La trama no es interesante y el tratamiento engañoso y aburrido, pero solo en la superficie porque sin percibir exactamente de dónde, surge un mundo subterráneo, simbólico y acuoso que te atrapa como a un incauto.

Indagando sobre la película y la actriz, me entero de la relación que mantuvieron Jane y Paul durante cinco años y de que ésta fue fuente de inspiración para mucha de sus canciones. Segun la Wikipedia: For No One, Here, There and Everywhere, I've Just Seen a Face, I'm Looking Through You, She's a Woman, We Can Work It Out, Things We Said Today, And I Love Her.

Para terminar de hechizarme encuentro un montaje muy emotivo con For No One y varias fotos de la pareja que podéis ver a continuación.



Por Nadie

Tu día comienza, te duele la mente,
encuentras que todas las palabras de cariño persisten
cuando ella ya no te necesita

Ella se despierta, se maquilla
se toma su tiempo y no siente que deba darse prisa
ya no te necesita

Y en sus ojos no ves nada
Ningún signo de amor detrás de las lágrimas
Lloraste por nadie
Un amor que debería haber durado años

La quieres, la necesitas
y aun así no la crees cuando dice que su amor está muerto
Crees que te necesita

Y en sus ojos no ves nada
Ningún signo de amor detrás de las lágrimas
Lloraste por nadie
Un amor que debería haber durado años

Te quedas en casa, ella sale
Ella dice que hace mucho tiempo conoció a alguien pero ahora se ha ido
Ya no le necesita

Tu día comienza, te duele la mente,
habrá momentos en los que todas las cosas que te dijo llenarán tu cabeza
No la olvidarás.

Y en sus ojos no ves nada
Ningún signo de amor detrás de las lágrimas
Lloraste por nadie
Un amor que debería haber durado años