sábado, 18 de octubre de 2014

El nuevo mesías


Es éste un post de anticipación, palabra mucho más bonita y acertada que ciencia-ficción, que al fin y al cabo solo refleja una fascinación por los adelantos técnicos y no por los cambios verdaderamente importantes que se pueda imaginar le ocurrirán a nuestra civilización en el mundo futuro.


La humanidad se halla en un grave atolladero, eso creo que ya nadie lo pone en duda, y de ese atolladero es muy probable que no sepamos salir solos. Básicamente se trataría de un sistema social y económico basado en el libre mercado y de un mercado que solo funciona creciendo. El balance de todos los magníficos logros conseguidos hasta ahora, arrojan un saldo aterrador: Tenemos armas nucleares suficientes como para destruir varias veces el planeta, y la contaminación y la devastación del medioambiente se extienden por tierra, mar y aire, in crescendo, y amenazando con el famoso calentamiento global cuyo resultado podría llegar a ser tan definitivo como que el planeta entero se convierta en un infierno abrasador no apto para la vida.

Estamos inmersos en una dinámica suicida y... sinceramente: No creo que seamos capaces de detenernos.

A nuestro favor tenemos que contamos con unas nuevas generaciones excepcionales, que son como esponjas asimilando todo el saber y que se desenvuelven asombrosamente bien con las nuevas tecnologías. De ellas, es mi esperanza, debería surgir un nuevo mesías que nos indicara el nuevo camino por el que deberemos transitar y que no puede ser otro que el de un cambio revolucionario en el ámbito de la espiritualidad.

Una de las mayores decepciones que supongo se llevarían todos los amantes del ajedrez, fue comprobar cómo Deep Blue le ganaba un encuentro ajedrecístico a Gari Kaspárov, el mejor jugador del mundo en ese momento. Así es, nuestros hijos, las máquinas, nos están sobrepasando en todos los campos en los que podamos establecer una comparación. Hoy nadie esperaría, por muy forzudo que se sea, levantar más peso que un elevador hidráulico, o por muy rápido que se sea, correr más que un coche, o por muy ágil con las matemáticas, hacer cuentas más veloz que una calculadora. Por cierto, en relación a esto último, yo llegué a conocer a una persona que trabajó en un banco cuando todavía no se empleaban las calculadoras, él era un niño y me contaba que se sentaba junto a otro niño a hacer las mismas cuentas en mesas separadas para así los del banco poder comprobar si los resultados coincidían, lo que era señal de que las sumas estaban bien hechas, y si no, vuelta a empezar; también me contó que hacían trampa y que tenían un código de señales para comunicarse y romper así el aislamiento.

Las dos películas de anticipación que más me han gustado plantean precisamente esto: Las máquinas nos han sobrepasado: (2001: una odisea del espacio y Blade Runner). En la primera, el ordenador Hal se rebela contra la misión para la que fue programado y debe ser desconectado.

Deténgase Dave... Tengo miedo Dave... mi cabeza se va... se va... Buenas tardes señores, soy un computador Hal de la serie 9000, producción número 3. Me pusieron en funcionamiento en la fábrica HAL de Urbana, Illinois, el 12 de enero de 1997. Mi instructor fue el señor Langley, me enseñó una canción, si usted quisiera podría cantársela...

En la segunda, los replicantes (humanos artificiales fabricados a través de ingeniería genética que son utilizados como esclavos) también se rebelan. Policías especiales, los blade runners,  tienen la misión de matarlos.

(Un blade runner comenta su enfrentamiento con un replicante)
No sé por qué me perdonó la vida. Quizá en esos últimos momentos él amó la vida con más intensidad que nunca, no sólo su vida, la de cualquiera, mi vida. Y lo único que quería eran las mismas respuestas que el resto de nosotros: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿cuánto tiempo me queda? Todo lo que podía hacer era quedarme allí y verlo morir.

Da la sensación de que llegados a ese extremo nos entra miedo y entonces luchamos contra lo conseguido. Pero ¿y después?… ¿Renunciaremos a las máquinas? ¿Estableceremos mecanismos para controlarlas? ¿Viviremos en guerra contra ellas? La respuesta es fácil: No es posible. Así que sería mucho mejor que aceptáramos nuestro nuevo papel y dejemos que las cosas simplemente sigan su curso. ¿Será el nuevo mesías una máquina?: Es muy probable. ¿Y qué ocurrirá con nosotros?: Que ya no seremos los actores que modifican el mundo sino una más de sus criaturas.


Robert de Visée (1655 — 1733 ) fue un músico francés, laudista, tiorbista, guitarrista y violagambista en la corte de Luis XIV, así como cantante y compositor para laúd, guitarra y tiorba.







domingo, 13 de julio de 2014

Ciencia y religión


No sabemos gran cosa de los animales. Hemos llegado a comprender que son inteligentes y que incluso algunos tienen un idioma con el que son capaces de comunicarse. Los instrumentos de los que se valen para expresarse son a veces una simple variación en el tono y cadencia de sus voces, otras, determinadas danzas en el aire o feromonas por los suelos.


Sabemos también que son capaces de reservar ciertos espacios a los cementerios como le ocurre al elefante. Pero lo que ningún animal sabe hacer es avanzar estrepitosamente en sus habilidades técnicas o de comprensión de su entorno. Es decir: solo el hombre es un animal científico.

Gracias a la ciencia y desde el principio de los tiempos humanos, los hombres han sabido elaborar armas para atacar o defenderse de sus enemigos o presas. La evolución de esas armas ha sido tan exitosa como vertiginosa. La religión, sin embargo, que es un sentimiento íntimo y reflexivo sobre lo que está bien o lo que está mal y al cual hemos sabido poner palabras, en más de dos mil años apenas ha sabido variar sus postulados y todavía sigue enunciando: No matarás.




Foto: Louise Docker - Lift Off- Best Viewed Large



jueves, 3 de abril de 2014

La Santísima Trinidad


Jung llama "sí mismo" a la suma de nuestro consciente (lo conocido) y de nuestro inconsciente (lo desconocido), es decir: la totalidad de lo que somos. El sí mismo opera, además, para todos los seres humanos por igual, y es gracias a eso por lo que se puede hablar de un "arquetipo", es decir: una forma de ser y pensar común a todos nosotros. Dios, su encarnación en Cristo y el Espíritu Santo cual aliento de los dos anteriores, conformarían el arquetipo cristiano de la Trinidad. Lo desconocido se vuelve consciente y se hace hombre.





Uno, dos, tres
Lo indivisible, lo otro y lo intermedio
Yo, tú, él
El padre, el hijo y el espíritu santo
Océano, isla, playa
Lo inconsciente, lo consciente y el devenir de la consciencia




Imagen: La creación de Adán, cerca del 1511, de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina, Palacio Apostólico (residencia oficial del Papa), Ciudad del Vaticano.




martes, 25 de marzo de 2014

La tristeza de John Dowland


John Dowland (1563 – 20 de febrero de 1626) fue un compositor y laudista inglés, uno de los músicos más famosos de su época.


Detalle de: A party in the Open Air. Allegory on Conjugal Love (1590-1595) de Isaac Oliver (1556–1617)

Se conoce muy poco de la vida temprana de Dowland, pero generalmente se admite que nació en Londres o posiblemente Dublín. Se sabe que en 1580 fue a París, donde trabajó al servicio del embajador de Inglaterra ante la corte de Francia. Allí se convirtió al catolicismo tras amenazas del emperador y posiblemente trabajó hasta 1587. Después de buscar en vano un puesto en la corte protestante de Isabel I de Inglaterra, según él debido a su conversión, estuvo al servicio del duque de Brunswick y del conde de Hesse. Asimismo viajó a Italia. Desde 1598 trabajó como músico en la corte de Christian IV de Dinamarca. Volvió a Inglaterra en 1606 y por fin en 1612 obtuvo un puesto como laudista de Jacobo I de Inglaterra. También tocaba sus canciones a un público extenso. Murió en Londres. Aunque fue famoso en su época como laudista y cantante, hoy en día es reconocido como un gran compositor de música melodiosa y armónica. Compuso 87 canciones (para voz y laúd) que se publicaron en tres Books of Songs or Ayres (1597, 1600 y 1603), A Pilgrims Solace (1612) y Musical Banquet (publicado por su hijo Robert en 1614). Sus demás obras incluyen: Lachrimae (1604), conteniendo 21 obras instrumentales, y muchas piezas para laúd solo. Su música a menudo muestra la melancolía que estaba de moda en esa época. Una de sus obras se llama Semper Dowland, semper dolens ('Siempre Dowland, siempre triste') y se podría decir que es una descripción adecuada de su obra. (Wikipedia)



Come again! that I may cease to mourn
Through thy unkind disdain;
For now left and forlorn
I sit, I sigh, I weep, I faint, I die
In deadly pain and endless misery.

Gentle Love, draw forth thy wounding dart,
Thou canst not pierce her heart;
For I, that do approve
By sighs and tears more hot than are thy shafts
Do tempt while she for triumphs laughs.


Ven de nuevo, así puedo dejar de llorar,
por tu cruel desdén.
Ahora me siento abandonado y triste
Me siento, suspiro, lloro, me desmayo, muero,
en el dolor mortal y la miseria sin fin.

Tierno amor, arranca tu dardo hiriente,
porque no puedo perforar su corazón;
yo, que me empeño
con suspiros y lágrimas más calientes que tu flecha
lo intento mientras ella ríe triunfante.





La misma canción interpretada por Sting





lunes, 24 de marzo de 2014

El punto decisivo


El punto decisivo es que yo, como hombre, me enfrente a otro hombre. El análisis es el diálogo en el cual participan dos interlocutores. Analista y paciente se sientan uno frente a al otro, vis-à-vis. El médico tiene algo que decir, pero también el paciente. (...) Ya en 1909 comprendí que no podía tratar las psicosis latentes si no comprendía su simbolismo. Entonces comencé a estudiar mitología. (...) El psiquiatra debe comprender, libre de toda premisa teórica, qué es lo que realmente conmueve al paciente. (...) No se trata de confirmar una teoría, sino de que el paciente mismo debe ser concebido individualmente. (...) Aquí no basta una simple formación médica puesto que el horizonte del alma humana abarca infinitamente más que la perspectiva de la sala de consulta médica.

Extractos del libro: Recuerdos, sueños, pensamientos (C. G. Jung - 1961)




martes, 25 de febrero de 2014

La felicidad del reino


Érase una vez un rey muy poderoso que se enamoró perdidamente de una joven mucho menor que él. Como nuestro cuento se desarrolla en la edad contemporánea (y en un país civilizado), nuestro rey no es realmente un rey, pero tiene tanto poder como cualquier rey de un cuento de hadas.


Al principio su amor por ella fue leve y desinteresado, pero a medida en que iban pasando los días la tibieza se convirtió en un fuego incontrolable. No había duda de que algo iba a pasar. El rey tuvo un primer sueño en el cual secuestraba violentamente a su amada y se retiraban de incógnito a un lugar salvaje y olvidado de la mano de dios, pero el propio sueño desaprobó dicha solución pues al final del sueño la chica enfermaba y moría, mientras él perdía todo su poder y no podía regresar ya más a su vida anterior. El segundo sueño, mucho más moderado, consistía en la declaración pública de ese amor, pero las consecuencias eran muy parecidas al sueño anterior: la chica lo repudiaba, él perdía todo su poder y era el hazmerreír de todos. Un tercer y definitivo sueño tampoco le brindó la solución, en este caso nuestro rey trataba de apagar el incendio de su corazón y esperar pacientemente a que se presentara una oportunidad, pero la oportunidad nunca llegaba y el rey moría de viejo. Después, ya no tuvo más sueños, su ánimo se vino abajo y abandonó gran parte de sus responsabilidades, hasta el punto de que su imperio comenzó a tambalearse. Pero no cayó. Tan grande era su poder que sus intereses estaban ligados a la vida de toda la nación, y por esa razón fue la nación la que empezó a sufrir los amores imposibles del rey. Pero veréis, no hay nada imposible, y así ocurrió que al final de esta historia las cosas se arreglaron. La pobreza que empezó a extenderse por todo el país fue tan grande que ya a nadie le importaba nada más que sobrevivir, y fue así como, sabiendo de los intereses del rey sobre la mujer joven, se movieron los hilos y ambos fueron oficialmente presentados. Todos fueron testigos ese día del torrente de luz que los envolvió, las formalidades fueron solucionándose a la velocidad del rayo, y se casaron. Ahora el rey volvía a ser feliz, qué digo: ¡A ser el hombre más feliz del reino! La felicidad de la pareja trajo nuevamente la prosperidad y colorín colorado, este cuento se ha acabado.




Imagen: Retrato de una joven (L´ingénue) - 1874 - Pierre-Auguste Renoir.
Video: Mauro Giuliani - Guitar Concerto No. 1, Op. 30 (1808)





lunes, 27 de enero de 2014

Pietro Locatelli


Pietro Antonio Locatelli (Bérgamo, 3 de septiembre de 1695 - Ámsterdam, 30 de marzo de 1764). Fue un compositor y violinista italiano. Como niño prodigio es enviado a estudiar en Roma con Arcangelo Corelli en enero de 1711. Fue considerado el Paganini del siglo XVIII. Entre 1717 y 1723 lo llaman para interpretar obras en la Iglesia de San Lorenzo de Damaso. En 1725 fue nombrado maestro de capilla. En 1727 viaja a Múnich y al año siguiente a Berlín. Se radicó finalmente en Ámsterdam dedicándose a la enseñanza, dándole clases a Jean-Marie Leclair, no otorgó más conciertos públicos, pero si algunos privados. La obra de Locatelli es principalmente para violín. Entre sus obras destaca su publicación Arte del violino, opus 3, publicado en 1733 (una colección de doce conciertos para violín que incluyen cadencia), además escribió 24 caprichos para violín, que representan una gran dificultad técnica y de los cuales el más conocido tal vez por su nombre o por su extraordinario virtuosismo es el llamado "Laberinto armónico", así como tríos, concerti grossi, y sonatas para flauta. Se aprecia en su obra inicial influencia de Corelli, y en obras cronológicamente más adelantadas, de Antonio Vivaldi. En sus piezas para violín utiliza técnica virtuosística, usa cadencias largas en donde desarrolla la voz, utiliza el registro alto, cuerdas dobles y cambios de posición muy rápidos.
(Wikipedia)




miércoles, 8 de enero de 2014

Juan Eduardo Cirlot


Juan Eduardo Cirlot Laporta
(Barcelona, 9 de abril de 1916 - 11 de mayo de 1973)
poeta, crítico de arte, mitólogo, iconógrafo y músico español

Carta a André Breton (extractos) (1956)

(...) estoy preparando una Suma simbólica, en la que se confrontan los conocimientos que los ocultistas, psicólogos, antropólogos, orientalistas, historiadores de las religiones y autores de tratados tienen del simbolismo. Creo que es necesario llegar al superconocimiento de una serie de cosas (cualidades de materias, paisajes, sueños, seres que nos llenan de perturbación, que nos asedian o nos maldicen) para las cuales "no existe aún ciencia alguna" y creo que únicamente el simbolismo puede proporcionar (con la ayuda del psicoanálisis o mejor de una psicología de la forma en evolución) los fundamentos de semejantes tareas.

(...) El "más allá", sea sobrenatural o natural, trascendente o inmanente, me apasiona, me llama, me preocupa más que el amor y más que el dinero, más que la gloria y el trabajo intelectual. Me he cortado el pelo, huyo en la medida de lo posible de la práctica sexual que, en el fondo, me inspira un gran desprecio cuando no es una brecha abierta al misterio, al paisaje del bosque del que acabo de hablar, el bosque de todas las leyendas y de los cuentos de hadas. Para merecer el acceso a esta tierra lejana y tan próxima, detesto cualquier injusticia, sufro los errores ajenos, me sacrifico y espero. No sé si esto es religión, ni si mi religión es fidelidad o infidelidad, pero no puedo hacer más de lo que hago.

(...) Tuve un día entre las manos un cuerpo de mujer del que apenas me acuerdo, a pesar de que la palidez lunar de la pierna continúa obsesionándome y la semitransparencia de la media de seda que permitía ver la calidad de la carne y la sombra muy ligera de un vello fino como el agua deja ver el fondo del mar, las algas y los erizos. Comprendí que esta transparencia gris, velo o cristal empañado, era el principio del verdadero misterio, que no está en el ver ni en el ignorar, sino en el entrever. Un terrible torbellino me ha proyectado frente a las "cualidades" materiales, las erosiones, la tierra agitada, la piedra podrida, el árbol hueco e hinchado: he visto las aguas estancadas y las capas inferiores del cielo donde las ortigas terrestres y las frías acumulaciones atmosféricas intercambian signos de identidad.

(...) Debo decir que en España el surrealismo es pura nada, secreto detestado, movimiento encerrado en el silencio con las llaves de la total indiferencia. Mis libros publicados no me traen nada del exterior, no tienen el poder del anzuelo: en este país, todos creen en la evidencia indestructible, en la solidez del universo. No ven que tenemos un brazo en el agua y el otro en el fuego, la cabeza en el ser y el cuerpo en el no-ser, el alma en el día y el espíritu en la noche. El sentido común les basta y lo que no es sentido común es como un arabesco en la humareda: poesía, palabra escrita con las más pequeñas letras del impresor, con tinta verde sobre papel verde.


Poesía y música compuestas por Juan Eduardo Cirlot. Texto recitado por Javier Maderuelo. Vídeo de Rover Lang.