martes, 25 de febrero de 2014

La felicidad del reino


Érase una vez un rey muy poderoso que se enamoró perdidamente de una joven mucho menor que él. Como nuestro cuento se desarrolla en la edad contemporánea (y en un país civilizado), nuestro rey no es realmente un rey, pero tiene tanto poder como cualquier rey de un cuento de hadas.


Al principio su amor por ella fue leve y desinteresado, pero a medida en que iban pasando los días la tibieza se convirtió en un fuego incontrolable. No había duda de que algo iba a pasar. El rey tuvo un primer sueño en el cual secuestraba violentamente a su amada y se retiraban de incógnito a un lugar salvaje y olvidado de la mano de dios, pero el propio sueño desaprobó dicha solución pues al final del sueño la chica enfermaba y moría, mientras él perdía todo su poder y no podía regresar ya más a su vida anterior. El segundo sueño, mucho más moderado, consistía en la declaración pública de ese amor, pero las consecuencias eran muy parecidas al sueño anterior: la chica lo repudiaba, él perdía todo su poder y era el hazmerreír de todos. Un tercer y definitivo sueño tampoco le brindó la solución, en este caso nuestro rey trataba de apagar el incendio de su corazón y esperar pacientemente a que se presentara una oportunidad, pero la oportunidad nunca llegaba y el rey moría de viejo. Después, ya no tuvo más sueños, su ánimo se vino abajo y abandonó gran parte de sus responsabilidades, hasta el punto de que su imperio comenzó a tambalearse. Pero no cayó. Tan grande era su poder que sus intereses estaban ligados a la vida de toda la nación, y por esa razón fue la nación la que empezó a sufrir los amores imposibles del rey. Pero veréis, no hay nada imposible, y así ocurrió que al final de esta historia las cosas se arreglaron. La pobreza que empezó a extenderse por todo el país fue tan grande que ya a nadie le importaba nada más que sobrevivir, y fue así como, sabiendo de los intereses del rey sobre la mujer joven, se movieron los hilos y ambos fueron oficialmente presentados. Todos fueron testigos ese día del torrente de luz que los envolvió, las formalidades fueron solucionándose a la velocidad del rayo, y se casaron. Ahora el rey volvía a ser feliz, qué digo: ¡A ser el hombre más feliz del reino! La felicidad de la pareja trajo nuevamente la prosperidad y colorín colorado, este cuento se ha acabado.




Imagen: Retrato de una joven (L´ingénue) - 1874 - Pierre-Auguste Renoir.
Video: Mauro Giuliani - Guitar Concerto No. 1, Op. 30 (1808)





11 comentarios:

C.C. dijo...

Está visto que a nadie se le ocurre comentar pertinente sobre este cuento. A mí tampoco. ¿ Será que no supe leer lo escondido ? Un abrazo.

Ātman dijo...

Siempre hay más escondido que sobre la superficie; cada palabra, cada imagen, cada idea, la sucesión de acciones y su final. La intención y la enseñanza que se trasluce en cualquier historia que podamos contar dice mucho más de lo que aparenta a simple vista, eso lo saben los psicólogos. Una buena obra de arte que se precie debe llegar a las profundidades y emocionarnos desde allí. Mis lectores no han comentado, se han quedado mudos, mi cuento no os ha llegado, pero a mí me ha gustado.
Un abrazo, CC.

Anónimo dijo...

se han quedado mudos, lo que dice mucho en su favor, porque esto es una gilipollez.

Anónimo dijo...

Perdón, perdón, no era mi intención llamarle gilipollas. Cuando digo que el cuento es una gilipollez me estoy refiriendo a su sarta de frases hechas, tópicas y lamentables. "amor desiteresado", "olvidado de la mano de dios,""hazmerreir de todos", bueno y así hasta el final. ¿No se da cuenta? Disculpe pero esa no es forma de escribir ni una carta de soldado a la novia en los años 50, pretenciosa e infantil, bastanmte tenemos ya con que nos hable así Rajoy. Dedíquese a otra cosa. Y disculpe la fraqnueza y lea más.

Ātman dijo...

Anónimo dijo...
se han quedado mudos, lo que dice mucho en su favor, porque esto es una gilipollez.

20 MARZO, 2014 18:17
Anónimo dijo...
Perdón, perdón, no era mi intención llamarle gilipollas. Cuando digo que el cuento es una gilipollez me estoy refiriendo a su sarta de frases hechas, tópicas y lamentables. "amor desiteresado", "olvidado de la mano de dios,""hazmerreir de todos", bueno y así hasta el final. ¿No se da cuenta? Disculpe pero esa no es forma de escribir ni una carta de soldado a la novia en los años 50, pretenciosa e infantil, bastanmte tenemos ya con que nos hable así Rajoy. Dedíquese a otra cosa. Y disculpe la fraqnueza y lea más.

20 MARZO, 2014 18:25

Usted ya no impresiona a nadie. ¿No se da cuenta que ha perdido los papeles? Deje de comportarse como un idiota y si no puede busque ayuda.

Anónimo dijo...

”busque ayuda”. Vale. Todos necesitamos tratamiento, de un modo u otro: y le vuelvo a pedir disculpas, porque usted además, dada esta afición bloguera, necesita con urgencia un curso de redacción y escritura creativa. Insisto: lea más, con atención, y lea cosas mejores.

Su tendencia usar frases hechas, como le he dicho antes, debe corregirla, “perder los papeles”, vamos, hombre, si uno debe viajar sin pasaporte (pero con buenas alforjas culturales, de las que usted carece).

Siento haberle ofendido, pero si eso sirve para que mejore…

Ātman dijo...

Veo que esta mañana se ha levantado de mejor humor. Mira, Lansky: No tengo la menor intención de convertirme en un literato porque precisamente no soy lector de literatura, que en el fondo me aburre. Eso no quiere decir que no lea, pero son otras cosas: los prospectos de los medicamentos, las vallas publicitarias, e incluso me gustan las películas subtituladas. Ya ves que no soy del todo un antiintelectual. De hecho le doy demasiado al intelecto y eso es lo que persigo, intelectualizarme a mí mismo y escribiendo sobre las cosas, me observo y observo al mundo y saco mis conclusiones. No me parecen mal tus críticas ni tu supuesta altura intelectual pero cuando vienes en plan avasallador y maleducado me saca de quicio. Es más grave, pienso yo, que alguien "leído" como tu, a veces, se comporte como un auténtico imbécil.

Anónimo dijo...

¿Quién es lasky?

Ātman dijo...

Uno que escribe aturullado, se le mezclan las letras del teclado y siempre te da la barrila con que hay que leer más y mejor.

Lansky dijo...

Señor Átman: uno nunca acaba de ganar para sorpresas. Un tercero con gustos tan extrañamente amplios o eclécticos como para visitar su blog y el mío, me advierte de lo que está pasando aquí. Creía que usted y yo habíamos llegado al acuerdo –no recuerdo ya si tácito o explícito-, mutuamente satisfactorio de ignorarnos. Yo sigo haciéndolo, pero usted me atribuye comentarios como anónimo y eso aparte de improbable es imposible prácticamente. Ya casi no uso mi servidor público de Madrid.org, donde podría haberse dado el caso de uso indebido, sino uno privado al que sólo tienen acceso dos personas de mi absoluta confianza. Por tanto, su atribución, aunque me la suda, al igual que sus disculpas, -que debería hacerlas, pero usted sabrá-, son calificables de paranoia. Hace poco sufrí el acoso de un tipo tóxico y maligno que previamente se había ganado mi confianza y hasta mi estima (mea culpa) y caí en la trampa de usar sus mismas armas, esto es, responderle en sus propios términos: insulto por insulto, y créame que eso es lo peor que se puede hacer en estos casos, y lo mejor es lo que usted y yo habíamos estado haciendo hasta ahora: ignorarnos mutuamente

Ātman dijo...

Sí, sí, es realmente asombroso. El anónimo y usted se parecen tanto, a mis ojos, que parece ser que los confundí. Mis disculpas por supuesto, vayan por delante.