Belle de Jour es la historia de una mujer joven y bella, pero sobre todo blanca. Blanca como un día luminoso en una mañana clara. ¿Y qué le ocurre al blanco? — Que sobre el blanco se puede escribir y por eso alguien pide un tintero. Y también, que cuanto más blanco, más fácil y visible se hace la suciedad. O que la luz atrae a las polillas y se abrasan y mueren carbonizadas. Qué hay más blanco que el lívido rostro de una hija muerta: — Yo también tenía un gato al que llamé Bello de Noche, y en las noches más oscuras me acuerdo de ella... Solo un hombre feo y negro puede acercarse a una mujer así, de tal forma que no se compita con ella sino que se la adore desde la oscuridad. En la película nadie sabe lo que pasa, pero todo ocurre precipitadamente, y por mucho que alguien quiera sujetarlo con ataduras y latigazos, la suerte ya está echada. Por suerte para el espectador, Buñuel nos recuerda en su trágico final que solo se trata de una película, que no estamos lisiados ni ciegos ni en silla de ruedas y que podemos levantarnos de nuestros asientos para salir a mirar por el balcón. Las calesas nos indican, al principio: que la película ha comenzado, y al final: que este cuento se ha acabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario