lunes, 20 de septiembre de 2010

Los símbolos

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No parece fácil delimitar exactamente en qué consiste un símbolo. Seguramente ésto se debe a su naturaleza escurridiza, pues lo que representan se aleja de lo que habitualmente se dedica a describir nuestra mente racionalista. Cualquier cosa puede ser un símbolo, un objeto, un ser vivo, un signo abstracto, un color, un concepto, un cuento... Pero para serlo, sus contenidos deben llevar implícitos una carga emocional, de tal forma que una vez percibidos nos arrastren a otros planos de la realidad, menos evidentes y más irracionales. (No es por nada, pero nunca vi un artículo tan malo en la Wiki, como el que le dedican al símbolo: ¡mi definición de profano es mucho más precisa!).


Preguntémonos: ¿Por qué cuando vemos amanecer o anochecer, el alma humana se siente sobrecogida? Si los conocimientos científicos de dichos acontecimientos astrales no tienen el más mínimo misterio ¿deberíamos sentirnos tan emocionados? ¡Ah! pero es que en nuestras entrañas aún guardamos el recuerdo de los tiempos primigenios, donde todo resultaba más misterioso y emotivo, donde volver a ver la salida del sol o el retorno de las tinieblas infundía una gran sensación de trascendencia. En esos tiempos de incertidumbres, el día suponía algo así como el reino de los vivos, mientras que la noche lo era de los muertos. De esos acontecimientos celestes y de sus implicaciones en la vida terrestre, se derivaron las cargas emocionales que tenían y tienen aún hoy para los seres humanos todo aquello que los simboliza. Así, del día o la noche, la luz o la oscuridad, el movimiento de ascenso o de descenso del sol, se pueden establecer las siguientes correspondencias: Sol, luz, vida, calor, blanco, movimiento ascendente, alto (serían símbolos relacionados con el amanecer o día y de signo positivo, bueno) y por el otro lado: Luna, oscuridad, muerte, frío, negro, movimiento descendente, bajo (serían símbolos relacionados con el anochecer o noche y de signo negativo, malo).

Hay quienes opinan que el lenguaje simbólico se ha olvidado, o cuanto menos, se ha rebajado a la idea de tontería o pensamiento extravagante, pero que no era así en la antigüedad.

Dice Fromm (1): "Todos los mitos y todos los sueños tienen algo en común, y es que todos ellos son “escritos” en el mismo idioma, el lenguaje simbólico. (…) es el único lenguaje universal que elaboró la humanidad igual para todas las culturas y para toda la historia. (…) No obstante, ese lenguaje ha sido olvidado por el hombre moderno. No cuando duerme, sino cuando está despierto. (…) Para los hombres del pasado, los mitos y los sueños figuraban entre las más significativas expresiones mentales, y no entenderlas equivalía a la ignorancia."

Dice Cirlot (2): "Según Jung (3) toda la energía e interés que el hombre occidental invierte hoy en la ciencia y en la tecnología, la consagraba el antiguo a su mitología. (…) No sólo la energía y el interés, sino la capacidad especulativa y teórica; de ahí esos insondables monumentos de la filosofía hindú, del esoterismo chino o islámico, de la propia Cábala, la minuciosa prolijidad de la alquimia y otras especulaciones similares."

(1) Erich Fromm, El lenguaje olvidado.
(2) Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos.
(3) Carl Gustav Jung, Transformaciones y símbolos de la libido.

Imagen: El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli.

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