viernes, 24 de septiembre de 2010

Del Big Bang al Neolítico

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El átomo se compone de un núcleo de carga positiva (formado por protones y neutrones) conocido como nucleón, alrededor del cual se encuentra una nube de electrones de carga negativa. La cantidad de protones contenidos en el núcleo del átomo se conoce como número atómico. El átomo más sencillo es el hidrógeno (H), formado únicamente por un protón y un electrón (número atómico 1). El siguiente elemento, el helio (He), se encuentra formado por dos protones y dos electrones (número atómico 2), y así sucesivamente hasta un total de 118 elementos químicos.

NASA, Crescent Earth from space unmanned Apollo 4
Spacecraft 017 AS 501 Apollo IV mission 19671109

Hace 13.700 millones de años el hidrógeno y el helio eran los elementos primarios producidos tras el big bang. La elevadísima densidad de aquel momento hizo que la materia se expandiera con rapidez, para enfriarse y condensarse más tarde, dando lugar a las estrellas y éstas a su vez a los elementos más pesados.

En el inmenso espacio cósmico grandes masas de gas forman extensas nubes moleculares. Allí se forman las estrellas. Nubes de hidrógeno molecular empiezan a caer sobre sí mismas alimentando la cada vez más intensa atracción gravitatoria. Su densidad aumenta progresivamente y no tarda mucho en formarse un núcleo en contracción muy caliente. El colapso es finalmente detenido cuando comienzan las reacciones nucleares en forma de fusión del hidrógeno. Para que ocurra una fusión nuclear los átomos deben estar sometidos a altísima presión y temperatura, sólo entonces, la repulsión ejercida por los electrones se rompe, y abracadabra, los átomos de hidrógeno se fusionan y se convierten en helio, liberando eso sí, una altísima emisión de energía. Una vez estabilizada dicha fusión se considera que la estrella está en la llamada secuencia principal, fase que ocupará aproximadamente el 90% de su vida. Cuando el hidrógeno que se estaba quemando se acaba, comienza la combustión de helio, y abracadabra, éste se convierte en carbono, siguiendo un proceso en fases de combustión, en el que los distintos elementos químicos disponibles se van a ir fusionando y transformando en otros cada vez más pesados. Dependiendo del tamaño de las estrellas éstas tendrán distintas fases de combustión. Una estrella de más de 12 veces la masa del Sol debería pasar por todas las fases de combustión posibles hasta llegar al quemado de silicio en hierro. La estrella que llega a esta fase es incapaz de generar más energía, no puede aguantar más su peso y se hunde sobre sí misma. Durante la contracción gravitatoria final se producen aún una serie de reacciones que fabricarán multitud de átomos más pesados que el hierro. Por último ese núcleo inerte se colapsará hasta el infinito en un agujero negro, o estallará diseminándose por el espacio en una supernova de colapso gravitatorio.

Desde la formación de la tierra han ocurrido muchas cosas, pero en el devenir de esa enorme masa de materia, dos son de suma importancia: la aparición de la vida y el hombre. La tierra terminó de formarse hace 4.500.000.000 de años, la vida comenzó hace 4.000.000.000 de años, el homo sapiens aparece hace apenas 200.000 años… Para manejar tamañas cantidades de tiempo y hacerlas comprensibles, imaginemos que los acontecimientos ocurridos durante ese inmenso espacio de tiempo ocurren en el transcurso de un simple día de 24 horas

Tras la reunificación de los materiales periféricos al sol en grandes masas planetarias por fin comienza nuestra historia: son las 00.00 horas. La formación de la tierra ha terminado. Durante algo menos de tres horas el planeta es estéril, pero a las 2.40 h de la madrugada aparecen las primeras formas de vida (todavía muy elementales). Habrá que esperar desde esa hora tan temprana de la madrugada hasta el mediodía (12.45 h) para que aparezcan los animales pluricelulares. Ahora pasa la tarde, el cielo se oscurece y vuelve a ser de noche. En todo ese tiempo la vida no ha cesado de recomponerse y en las últimas tres horas y cuarto una oleada de grandes cambios va a hacerse realidad. A las 20.45 h aparecen nuevos organismos pluricelulares (más complejos que las esponjas o las medusas) inundando los océanos de una exuberante variedad de nuevas formas de vida (es la explosión cámbrica). A las 21.20 h llegan los vertebrados en forma de peces. A las 21.40 h la vida sale de los océanos con las primeras plantas terrestres. A las 22.45 h aparecen los dinosaurios y los mamíferos primitivos. Casi una hora más tarde (23.40 h) un meteorito causa la extinción de los dinosaurios, hecho que permitirá la posterior proliferación de aves y mamíferos. El día está a punto de terminar, pero minuto y medio antes de que esto ocurra: (23 h 58’ 30”) aparecen los homínidos (primates que adoptarán una posición erguida para caminar y que serán nuestros precursores). Y tan sólo a tres segundos de la medianoche (23 h 59’ 57”) llega el homo sapiens.

Darwinius masillae, new genus and species, from Messel in Germany

Los seres humanos se separaron de los chimpancés hace entre 5.000.000 y 7.000.000 de años. De esa línea evolutiva surgieron varias especies todas ellas extintas a excepción de la del Homo sapiens que consiguió llegar hasta nuestros días. Los primeros homínidos, primates adaptados a la vida terrestre y que con certeza caminaban en postura bípeda, fueron los Australopithecus, de los cuales se han conservado esqueletos muy completos (como el de la famosa Lucy). Aunque caminaban erguidos su aspecto era de simio, su cerebro muy pequeño, y no sabían fabricar herramientas. Este tipo de primate homínido prosperó en las sabanas arboladas del este de África hace entre 4.000.000 y 2.500.000 años. Una crisis climática ocurrida hace 2,8 millones de años condujo a la desertificación de la sabana, lo que probablemente causó su extinción. El Homo habilis es la especie más antigua del género Homo. Vivió en África, hace entre 2.500.000 y 1.440.000 años. Con él aparecen las primeras herramientas humanas, dando lugar al inicio del paleolítico y la edad de piedra. Aunque de talla y peso similar al Australopithecus, 1,3m y 40kg, su aspecto era mucho más humano, con un cráneo más grande y redondeado, si bien sus dedos curvos indicarían que aún utilizaba los árboles. El Homo erectus vivió hace entre 1.800.000 y 300.000 años, era muy robusto y tenía una talla elevada, casi 1,80m. Probablemente conocía el uso del fuego, y su industria lítica se caracterizaba por la elaboración del bifaz, una herramienta tallada por ambas caras que servía para tantas funciones que se la ha llegado a llamar “la navaja suiza” del Achelense. El Homo neanderthalensis (Hombre de Neandertal) habitó Europa y partes de Asia occidental hace entre 230.000 y 29.000 años. Los neandertales fueron una especie bien adaptada al frío extremo. Con un cerebro igual o más grande que el del hombre moderno, tenían una altura de 1,65m, de contextura pesada, y musculatura robusta. Su extinción se habría debido a la competición que se estableció con el Homo sapiens. Los humanos anatómicamente modernos surgen hace 200.000 años, con un cráneo altamente redondeado, retracción facial y un esqueleto ligero y esbelto, en contra de uno pesado y robusto. Fósiles con estas características se encontraron en África oriental y se consideran los Homo sapiens más antiguos. Todas las especies del género Homo mencionadas forman parte del paleolítico “edad antigua de la piedra”. En esa época el ser humano era nómada y cazador recolector, es decir, se establecía en un lugar y se quedaba en él hasta agotar los recursos naturales para reemprender la marcha después. Por el contrario en el neolítico “edad moderna de la piedra” el hombre se hace sedentario dando comienzo la agricultura y la ganadería. El neolítico surge hace 10.000 años. Las primeras culturas de este período surgen en la zona de Canaán aproximadamente en el 7.500a.C. Allí se siembra, recolecta y almacenan cereales, se domestica algunos animales y se construyen poblados de casas de adobe. Más tarde llegará la escritura, momento en que se considera comienza la historia.

Foto: The Rosetta Stone in British Museum

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Sol y Girasol

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Pinceladas llenas de materia y materia llena de pinceladas. Los Girasoles de Van Gogh y detalle de una mancha solar (alrededor, enormes burbujas de plasma en ebullición).

lunes, 20 de septiembre de 2010

Los símbolos

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No parece fácil delimitar exactamente en qué consiste un símbolo. Seguramente ésto se debe a su naturaleza escurridiza, pues lo que representan se aleja de lo que habitualmente se dedica a describir nuestra mente racionalista. Cualquier cosa puede ser un símbolo, un objeto, un ser vivo, un signo abstracto, un color, un concepto, un cuento... Pero para serlo, sus contenidos deben llevar implícitos una carga emocional, de tal forma que una vez percibidos nos arrastren a otros planos de la realidad, menos evidentes y más irracionales. (No es por nada, pero nunca vi un artículo tan malo en la Wiki, como el que le dedican al símbolo: ¡mi definición de profano es mucho más precisa!).


Preguntémonos: ¿Por qué cuando vemos amanecer o anochecer, el alma humana se siente sobrecogida? Si los conocimientos científicos de dichos acontecimientos astrales no tienen el más mínimo misterio ¿deberíamos sentirnos tan emocionados? ¡Ah! pero es que en nuestras entrañas aún guardamos el recuerdo de los tiempos primigenios, donde todo resultaba más misterioso y emotivo, donde volver a ver la salida del sol o el retorno de las tinieblas infundía una gran sensación de trascendencia. En esos tiempos de incertidumbres, el día suponía algo así como el reino de los vivos, mientras que la noche lo era de los muertos. De esos acontecimientos celestes y de sus implicaciones en la vida terrestre, se derivaron las cargas emocionales que tenían y tienen aún hoy para los seres humanos todo aquello que los simboliza. Así, del día o la noche, la luz o la oscuridad, el movimiento de ascenso o de descenso del sol, se pueden establecer las siguientes correspondencias: Sol, luz, vida, calor, blanco, movimiento ascendente, alto (serían símbolos relacionados con el amanecer o día y de signo positivo, bueno) y por el otro lado: Luna, oscuridad, muerte, frío, negro, movimiento descendente, bajo (serían símbolos relacionados con el anochecer o noche y de signo negativo, malo).

Hay quienes opinan que el lenguaje simbólico se ha olvidado, o cuanto menos, se ha rebajado a la idea de tontería o pensamiento extravagante, pero que no era así en la antigüedad.

Dice Fromm (1): "Todos los mitos y todos los sueños tienen algo en común, y es que todos ellos son “escritos” en el mismo idioma, el lenguaje simbólico. (…) es el único lenguaje universal que elaboró la humanidad igual para todas las culturas y para toda la historia. (…) No obstante, ese lenguaje ha sido olvidado por el hombre moderno. No cuando duerme, sino cuando está despierto. (…) Para los hombres del pasado, los mitos y los sueños figuraban entre las más significativas expresiones mentales, y no entenderlas equivalía a la ignorancia."

Dice Cirlot (2): "Según Jung (3) toda la energía e interés que el hombre occidental invierte hoy en la ciencia y en la tecnología, la consagraba el antiguo a su mitología. (…) No sólo la energía y el interés, sino la capacidad especulativa y teórica; de ahí esos insondables monumentos de la filosofía hindú, del esoterismo chino o islámico, de la propia Cábala, la minuciosa prolijidad de la alquimia y otras especulaciones similares."

(1) Erich Fromm, El lenguaje olvidado.
(2) Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos.
(3) Carl Gustav Jung, Transformaciones y símbolos de la libido.

Imagen: El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Rodeados de misterios

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Sabemos... que todo comenzó con una gran explosión. Como vivimos en la era de los Estados Unidos de América, a dicha explosión se la conoce con la expresión inglesa: “El Big Bang”, y no en latín, que se me ocurre que se diría algo así como: “Eruptionis Monstrosus”. En cualquier caso, hasta ahí llega nuestro entendimiento cosmológico en los tiempos presentes.
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Ni que decir tiene que a un nuevo conocimiento la ignorancia se aleja un poco más pero no por ello deja de existir. Porque: ¿De dónde y por qué surgió esa explosión? Pero no hay que preocuparse, el problema de dar explicación a nuestra ignorancia se resuelve fácilmente creando la idea de la existencia de Dios. Y por favor: ¡No preguntéis quién creó a Dios!

También sabemos...que en el océano primigenio, la combinación y recombinación de las moléculas, agitadas por la energía solar, desembocó en un fenómeno extraordinariamente singular: ¡El nacimiento de la vida! Algunos opinan que este hecho se debió a causas fortuitas, otros a designios divinos… Pero volvemos a lo mismo: nuestro profundo desconocimiento. ¡Cuánto misterio! Y en cierta forma ¡que maravilloso que así sea! Venimos al mundo sin saber cómo ni por qué y nos convertimos en un enigma dentro de otro enigma. ¿Habéis reparado en el insondable misterio que encierra, no ya el surgimiento, sino tan sólo la transmisión de la vida entre padres e hijos? El ciclo mágico de vida y muerte. Y eso se produce cotidianamente delante de nuestros ojos. Sabemos... que la sexualidad y la muerte fueron un gran avance en la historia evolutiva de las especies, que permitió la combinación genética y la selección natural. Así, el óvulo femenino es fecundado por un espermatozoide masculino y el milagro ya está servido: ¡Las dos células paternas que ahora forman el cigoto acaban de escribir la partitura de una gran sinfonía que dará lugar a la formación de un nuevo ser humano completo!

Imagen: Óvulo rodeado de espermatozoides.