lunes, 21 de febrero de 2011

Restaurar a las diosas madres

.
Ya que los hombres parece ser que lo hemos estado haciendo francamente mal ¿qué tal si damos paso a una nueva era conducida por las mujeres? El cambio no sería baladí... y parece ser que ya pasamos por una etapa similar. Libertad, igualdad y fraternidad, ese lema tan redondo de la Revolución francesa, es lo que promete el matriarcado, además de dejar a la tierra en paz…


Extractos de El Lenguaje Olvidado, 1951, de Erich Fromm

Bachofen (1) sugiere que en los comienzos de la historia humana las relaciones sexuales eran promiscuas y que por consiguiente solo era incuestionable el parentesco materno. Esa circunstancia le habría dado a la mujer el peso necesario para detentar la autoridad y gobernar en el ámbito familiar así como en el social y religioso, pero ese orden matriarcal sería más tarde derrotado y suplantado por otro patriarcal, acontecimiento que se habría producido durante el transcurso de un prolongado y lento proceso histórico.

También según Bachofen, ese conflicto se ve reflejado en la Orestíada de Esquilo, pues ésta sería una representación simbólica de la última batalla librada entre las diosas madres y los victoriosos dioses padres.

Clitemnestra había matado a su marido Agamenón, para no renunciar a su amante Egisto. Orestes hijo de ésta y de Agamenón, venga la muerte de su padre matando a su madre y a su amante. Las Erinias, que representan a las antiguas diosas madres y al principio matriarcal, persiguen a Orestes y exigen su castigo, mientras Apolo y Atenea (esta última no había nacido de mujer sino brotado de la cabeza de Zeus) representantes de la nueva religión patriarcal, están de parte de Orestes.

La discusión se concentra sobre los principios de la religión patriarcal y matriarcal respectivamente. Para el mundo matriarcal el lazo sagrado es aquel que une a la madre con el hijo, para el patriarcal sin embargo, el deber máximo es el del amor y respeto del hijo hacia su padre.

Bachofen demostró que las diferencias entre el orden patriarcal y el matriarcal iban mucho más allá de la supremacía social de hombres o mujeres; era una diferencia de principios sociales y morales. La cultura matriarcal se caracterizaba por la preeminencia de los lazos de sangre, los lazos del suelo y una aceptación pasiva de todos los fenómenos naturales. La sociedad patriarcal en cambio, se caracterizaba por el respeto a la ley del hombre, el predominio del pensamiento racional y los esfuerzos del hombre para modificar los fenómenos naturales, En el concepto matriarcal todos los hombres son iguales, ya que cada cual es hijo de una madre y todos hijos de la madre tierra. Una madre ama a todos sus hijos por igual sin condiciones, puesto que su amor se basa en que son sus hijos y no en que posean méritos o hazañas especiales; el objetivo de la vida es la felicidad de los hombres; y no hay nada más importante y digno que la vida y la existencia humanas. El sistema patriarcal, por su parte, considera que la obediencia a la autoridad es la virtud principal. En lugar del principio de igualdad, encontramos aquí el concepto del hijo favorito y un orden jerárquico en la sociedad.

1.- Das Mutterrecht (El Matriarcado), 1861, de Johann Jakob Bachofen.




Imagen: Detalle de un cartel promocional de Avatar, película dirigida por James Cameron en 2009.
Video: Gilda, dirigida por Charles Vidor en 1946.

8 comentarios:

Lansky dijo...

Ahí tenemos a Indira Gandhi, Golda Meir, Margareth Thacher. Machismo a la inversa, que no lo contrario. Mejor que buscar mujeres que lo haceen tan mal como los tíos, fmenizar a los tíos y a la sociedad, pero sin masculinizar a las tías.

Ātman dijo...

Claro, claro, Lansky. No se trata de un asunto de sexos superficialmente hablando, sino de instaurar un cambio profundo de las mentalidades.

Miroslav Panciutti dijo...

Estoy bastante de acuerdo con Lansky. Hace falta feminizar la sociedad, lo cual supone un cambio en la jerarquía de valores. Me temo, sin embargo, que gran parte de los justísimos avances en el reconocimiento de los derechos femeninos han implicado una cierta masculinización de la mujer y eso flaco favor nos hace a todos (tíos y tias).

J. G. dijo...

potente la imagen además, impone.

Ātman dijo...

Hola, Miroslav. Lo que propongo al pedir la restauración de las diosas madres es bastante más radical: No se trataría de reconocer los derechos de la mujer, ni que les facilitemos el acceso a cargos de relevancia, sino que fueran ellas las que tomaran las riendas del poder, con todo lo que ello supone de revolución conceptual de la existencia, un cambio que se nos hace difícil de imaginar, y que no sé si nos gustaría demasiado a los hombres (al menos en un primer momento), pero creo que sería muy beneficioso y quizás la única fórmula para corregir el rumbo (que nos está llevando hacia un auténtico callejón sin salida).

J.G., hola y bienvenido. Me alegra que te haya impresionado la imagen, aunque sigo sin estar muy seguro de lo apropiado de su elección.

Emma dijo...

Las mujeres no quieren tomar las riendas del poder, las mujeres quieren otra cosa pero nadie sabe qué.

Dante Bertini dijo...

los hombres como especie están cansados...¿no será el momento de dejarnos gobernar por auténticos animales?

los hombres como especie están cansados...¿no será el momento de dejarnos gobernar por auténticos animales?

los hombres como especie están cansados...¿no será el momento de dejarnos gobernar por auténticos animales?

Ātman dijo...

Emma: Quizás tengas mucha razón, pero la trampa es que sois madres y nosotros vuestros hijos. Creo que si los hombres abandonáramos nuestra inflexible posición de dominio, las cosas volverían a su cauce de la forma más natural.

Dante: Creo que te repites (a saber qué habrá ocurrido). Y entrando al fondo del comentario, creo que los animales tampoco estarían por la labor de gobernarnos.