martes, 20 de septiembre de 2011

Una desinteresada simpatía universal

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Es mentira que debamos renunciar al estado del bienestar. Lo que tenéis que hacer es identificar la ideología del que os lo quiera explicar. No hay ideologías (se nos viene recordando). Pero señores: ¡Ése es precisamente el mal por el que nos encontramos donde nos encontramos! Y si es verdad que no hay ideologías —la ideología de la no-ideología—, al menos sí que existe un malestar creciente.



Los males del mundo creo que todos los conocemos y las soluciones tampoco son tan difíciles. Hasta que no encontremos un nuevo planeta donde seguir nuestra desenfrenada huida hacia delante, más nos valdría emprender una humilde tarea de introspección. La política contemporánea debería centrarse en detener el desarrollo material y prever cómo se podrían distribuir las pérdidas que sin duda se producirán en abundancia cuando paremos la máquina diabólica...

Porque el loable sueño de nadar en la abundancia se ha convertido en una detestable pesadilla de excrementos, y el amor a la vida en un gigantesco charco de sangre y savia derramadas. Porque más valioso que el frío diamante es la cálida gota de lluvia, más que el estéril metal dorado, la fecundidad de la abeja y la flor, y más que los intereses del capital... una desinteresada simpatía universal.


Víctor Manuel - Quiero abrazarte tanto - 1970

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El séptimo arte

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No tengo ni idea cuales habrán sido las seis anteriores. Están la pintura y la escultura, quizás las artes más antiguas (el de las pinturas rupestres y la talla de piedras). La música y el canto también debieron ser muy antiguas, quizás incluso más que las anteriores. A ver... me faltan tres. Están... la literatura, me faltan dos... Digamos que son... la arquitectura y el teatro. Aunque también podrían ser la fotografía, la joyería, el textil, el diseño, la danza... En definitiva, hay muchas artes. El cine, de hecho, no es más que la conjunción de una infinidad de éstas. Se parece en gran medida al teatro, al que solo deberíamos suprimirle los espectadores para poner en su lugar una cámara que servirá para trasladar más tarde, a esos espectadores ahora ausentes, los resultados de nuestra realización.

Zorba el griego dirigida por Michael Cacoyannis en 1964


Como ocurre con cualquier otra actividad artística todo comienza por la imaginación y la necesidad de comunicar y realizar una idea. Tras la idea viene el diseño, el boceto, el storyboard, el guión. Y como este arte es casi infinito, a la cámara que puede grabar imagen y sonido le podemos suministrar infinidad de cosas. Música, texto, imagen, interpretación. El autor intelectual de este arte suele convenirse que es el guionista, el artístico el director, el material el productor, y luego están todos los demás colaboradores que trabajarán áreas más pequeñas: los actores, los músicos, los fotógrafos, los encargados del atrezzo, los montadores, los técnicos. Hay tareas característicamente cinematográficas como las del script, que consisten en llevar un registro de cómo quedó una toma para que con la toma siguiente no ocurra un salto narrativo indeseable, por ejemplo: que el pelo del actor esté en el mismo sitio y con la misma forma, que el cigarrillo siga consumiéndose gradualmente por donde lo había dejado, que no haya un salto de eje (en la dirección de la mirada o el andar) etc.

La dificultad estriba en que hay que trabajar con tan gran cantidad de componentes que solo los grandes directores son capaces de imprimir la energía y sabiduría suficientes para conseguir que éstos arrojen el resultado deseado. Cuando por fin se consigue que toda esa conjunción de materiales suenen armónicamente y en la dirección buscada, decimos que estamos ante una obra maestra.

Por último, una curiosidad que le oí decir a un director de cine, que él siempre tenía en consideración y que quizás os pueda servir en vuestras actividades cinéfilas. Según él, dependiendo de cual sea la película que vayamos a ver, deberíamos situarnos más adelante (primeras filas) cuando se trate de una película intimista, o más atrás (últimas filas) cuando se trate de películas con grandes decorados, y siempre del lado derecho, pues la acción, al igual que ocurre con la escritura, transcurre de izquierda a derecha, de tal forma que así conseguimos que ésta venga a nosotros y no, que se aleje de nosotros.

El tercer hombre, dirigida por Carol Reed en 1949

martes, 6 de septiembre de 2011

Um pouquinho de bossa nova

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Eu sei que vou te amar - Caetano Veloso - Roma 1983


Elis Regina e Tom Jobim - Águas de março - Los Ángeles 1974


Roberto Carlos e Caetano Veloso - Garota de Ipanema