jueves, 22 de diciembre de 2011

Oniricomicon

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Perder un enlace suponía tener que hacer después varios trayectos cortos. En medio de una larga noche de somnolencias, hierros y andenes desiertos, por fin apareció como un monstruo, vomitando vapor de agua, chirriando, desde la penumbra. El tren llevaba varios pasajeros, todos parecían mujeres jóvenes, adormiladas unas, despiertas otras. Subí al vagón y allí había una de ellas. Me apeteció tanto su presencia y le lancé una mirada tan lasciva que ella enseguida comprendió. Como si pudiéramos leernos el pensamiento le pregunté si sabía cuánto tardaría el tren en llegar a la próxima estación con el único afán de averiguar de cuánto tiempo disponíamos. Media hora. No había tiempo que perder. Su cuerpo estaba caliente y sus ropajes suaves como la seda. Traté de abarcarla con mis brazos, quería poseerla de inmediato y por completo. Un brazo la rodeaba por el cuello mientras el otro bajaba hasta sus genitales que latían y sudaban en abundancia.


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