lunes, 28 de mayo de 2012

Entrevista con el extraterrestre

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Lo más curioso de este encuentro fue la informalidad, quiero decir, que lo más habitual suelen ser las abducciones, esos confusos sueños que nos recuerdan una experiencia más o menos traumática en la que fuimos raptados y estudiados con despectiva superioridad. Pero este extraño ser, venido de otro mundo y de una muy superior civilización, se comportó como un interlocutor encantador.


Foto: Café de Flore - Quartier Saint Germain - Paris - France

—No tenga miedo pero quería decirle que está usted hablando con alguien de otro mundo. De esta forma tan sencilla comenzó nuestro intercambio cultural interplanetario. —Si fuera cierto debería usted darme alguna prueba, hacer levitar algún objeto, adivinarme el pensamiento... No había acabado de pronunciar la última palabra cuando la cucharilla de mi café despegó del platillo y se quedó bailando frente a mis ojos alucinados. No se preocupe por lo de adivinarle el pensamiento, para eso no estoy capacitado, me dijo, mientras cogía la cucharilla con delicadeza y la devolvía a su sitio. —Vale. Reconozco que me ha impresionado. Bueno... ¿Y qué le trae por aquí? —Estoy de vacaciones. —Ya, le gusta nuestro planeta. —Sí, sobre todo las infusiones, este té está increíblemente bueno ¡no hay nada parecido en toda la galaxia! —¡Ah! Es usted al menos de nuestra galaxia. —No, no. Pero vengo con frecuencia por estos parajes. —Quiere decir que la Vía Láctea está llena de planetas habitados. —Sí, sí, claro. —Y estamos muy atrasados en comparación con los demás. —Y eso qué más da. Mire, su planeta es una preciosidad y ustedes no lo están haciendo tan mal. —No, no. ¡Qué va! La crisis económica, las guerras, la destrucción medioambiental. —Mire, si conociera mi planeta sabría lo que es la destrucción medioambiental y la guerra, por otra parte ustedes no tienen crisis económica, lo que ocurre es que son bastante cabroncetes y no les importa lo que les pase a los demás. —Quiere decir que somos egoístas. —Sí, sí, eso mismo.

Ya que mi interlocutor parecía ser lo que decía ser y también, por qué no decirlo, ya que no podía leerme el pensamiento, empecé a reflexionar sobre qué partido podía yo obtener de tan inusitado encuentro.

—¿Le importa que le haga una foto? —¡Por supuesto que no! ¡Por el amor de Dios! —Y decirme la combinación ganadora de... —Tampoco. —Ningún provecho para mí, no es eso. —Exactamente. —Bien, disculpe usted. Al menos podría desvelarme algún misterio del universo... —Pregunte. —Hay tantos que no sé por dónde empezar. Usted es un extraterrestre, de alguna civilización muy avanzada, al menos tanto como para viajar por el espacio sin limitaciones de tiempo, ¿es correcto? —Es correcto. —Deme la receta para viajar así, si no es muy complicado, claro, después de todo no tengo más que nociones básicas de física. —Eso tampoco puedo, nos está totalmente prohibido interferir en el nivel evolutivo de las especies que nos encontremos. Saber que es posible debería bastarle. —Sí, tiene razón... ¿El universo es finito o infinito? —Nadie le ha visto el fin, que yo sepa. —¿Existe Dios? —Nadie ha podido verlo, que yo sepa. —¿Es correcta la teoría del Big Bang? —Totalmente equivocada. —¡Vaya! Eso sí que es una primicia. Entonces: ¿Cómo empezó todo? —Nadie lo sabe, que yo sepa. —Ya, pero hace 13.500 millones de años ocurrió algo que dejó su huella, la radiación cósmica de fondo, por ejemplo. ¿Qué me dice al respecto? —Ustedes ya han descubierto la existencia de la materia oscura, ahora solo les queda saber qué es, el día que lo sepan habrán dado un salto cualitativo trascendental. Pero voy a darle una pista. La materia oscura no es materia pero se comporta como un enorme océano al que lo agita un viento misterioso, pues bien, cuando el oleaje hace que se contraiga, que rompa la ola, en ese momento se crea la materia. Todo lo demás es inmaterial. —Sí, es una bonita metáfora. Aquí en la Tierra se dice que somos polvo de estrella, y ahora me dice usted que somos espuma de ola. —Sí, algo así.



—Le preguntaría que qué es la muerte, si hay vida en el más allá, pero sospecho que me responderá: "Nadie lo sabe, que yo sepa". —La vida también es como la espuma y la muerte es la disolución nuevamente en el océano. —Creo que es usted muy poético pero que no me va a dar muchas certezas ¿no? —Nadie sabe las respuestas finales, que yo sepa. —Y dígame, ¿cuales cree usted que serían los logros más importantes a los que debería aspirar una civilización? —Si le sirve de respuesta le confesaré que siempre procuro hacer coincidir las fechas de mis visitas a la Tierra con la celebración de Eurovisión. Me fascina la musicalidad europea y la capacidad tan asombrosa que tienen esas canciones para resumir en escasos minutos el espíritu de la época. —¿Se burla, no? —Oiga, sabe lo que le digo, me voy a dar un paseo por el parque. ¡Adoro las fragancias florales en esta hora de la tarde! Ha sido un placer. Se levantó, me dio la mano y se fue, y yo me quedé con cara de tonto esperando que de algún sitio salieran los cámaras para decirme que había sido objeto de alguna broma televisiva.



2 comentarios:

Dante Bertini dijo...

—La vida también es como la espuma y la muerte es la disolución nuevamente en el océano.
Si no fuera por la memoria, por la conciencia equivocada de nuestra condición, no estaría nada mal como resumen...
Un abrazo, y otro

Ātman dijo...

Hola Dante. Creo que mi E.T. tenía una interesante filosofía, una espuma y una canción, un brindis antes de la disolución.

Un abrazo