El amor, esa palabra tan manida, se puede referir a un sinfin de tipos: el amor a uno mismo, el paterno-filial, el de la pasión por alguna actividad personal, el místico, etc. Yo me referiré al amor sexual; aquel que siendo puro, trascendente y eterno, necesita de un compañero sentimental; de la presencia física de otro cuerpo.
Porque igual que el pintor necesita lienzo y pintura, el fotógrafo cámara fotográfica y película, y el poeta lápiz y papel; este tipo de amor, el amor de pareja, necesita del ser amado; y de la misma forma que ocurre con el artista, el amante, sin su soporte físico, no puede realizar la obra.
El arte como el amor, siguen teniendo cosas en común: Ambos necesitan de una técnica. Pero también son creación e inspiración, de tal forma que no sólo basta una técnica propicia, sino que se ha de tener algo que comunicar. Así, podemos ver pinturas, fotografías, o poemas perfectamente ejecutados, y sin embargo, carentes del más mínimo interés artístico. Por ejemplo, la copia de una obra ajena a nosotros mismos: Si con mi técnica soy capaz de reproducir a la perfección, pongamos por caso, el cuadro de La Gioconda; podríamos decir que estaría perfectamente ejecutado, pero también estaría claro que su valor artístico sería nulo. Con esto quiero decir, que no se debe confundir la simple técnica sexual con la autenticidad del acto amoroso.
Pero no se os habrá escapado el hecho de que con esta interpretación, se consideraría al otro como un mero instrumento y no el objeto propio del amor. El acto amoroso es entonces, en este aspecto, bien distinto que la actividad artística, en el sentido de ser algo que ocurre entre dos. Los amantes —recíprocamente— como dos mitades que persiguen la necesidad de volver a ser uno; son el motivo y la obra, la entrega y el acogimiento, la búsqueda y el descubrimiento.
Dicen que el número cuatro representa la unidad, y puede que así sea, porque en el acto amoroso hay cuatro acciones, yo que voy a ti, tu que vienes a mí, yo que te recibo, y tú que me recibes.
Yo estoy en ti y en mí dentro de ti, y tú estás en mí y en ti dentro de mí.
Imagen 1: Un hombre y una mujer (Claude Lelouch, 1966)
Imagen 2: Jules et Jim (François Truffaut, 1962)
24 comentarios:
¡ La gallina !
No es para tanto...
Confío no ofenderte, Atman, pero este post me parece un cúmulo de tópicos demasiado manidos (tú mismo lo dices). Pero lo grave no es eso, sino que son medias verdades derivadas de un romanticismo entontecedor que ha hecho (y sigue haciendo) mucho daño en la consecución de la felicidad humana.
Sólo te apunto dos de mis radicales oposiciones. Primera: no hay un sinfín de amores; el amor es lo que es y siempre lo mismo (hay, eso sí, diversas intensidades del sentimiento). Cuestión distinta es que el ejercicio o la expresión del amor se dé en relaciones entre seres humanos y venga acompañado de otros sentimientos o emociones; son estos otros quienes suelen calificar el tipo de relación o (como erróneamente se dice) de amor.
Segunda: La comparación entre la técnica sexual y la artística no da mucho de sí, y menos cuando se insinua que la "autenticidad" del acto amoroso puede expresarse al margen de la técnica. Vale, es tan obvio que no merece la pena ni comentarlo. Claro que puedes amar infinita y maravillosamente a tu mujer y follar de pena con ella: desde luego, no será a través del sexo como expresarás ese tan gran amor (y es una lástima porque es a través del sexo como mejor puede expresarse).
En mi opinión, nos convendría a todos una cierta dosis de "materialismo" amoroso (empezando por entender qué coño es, de verdad, ese sentimiento y qué nos ocurre en las neuronas cuando lo estamos sintiendo) antes de caer en arrobos románticos. Y conste, para quitarle crudeza a mis palabras, que estoy convencido de que el sexo (el buen sexo) es una de las mejores vías para vivir el amor como experiencia "trascendente".
Disculpa el tono del comentario.
Faltaría más, no necesitas mi disculpa ni me ofendes. Me molesta, como es natural, tener que revisar mis concepciones, pero gracias a eso crecemos ¿no? Además, aunque podamos no estar de acuerdo, el tono de tu discurso es cariñoso, y eso, es todo un lujo. Y digo “podamos no estar de acuerdo” porque no sé si realmente se trata de eso, o si más bien pudiera tratarse de una cuestión de estilo. Tampoco sé exactamente que es ser romántico, pero creo que sí, que lo soy, en cambio a ti se te ve más bien pragmático.
Tu primera “radical objeción” no la veo como tal, me parece una cuestión semántica. Dices que hay un sólo amor, pero luego hablas de sus diferencias, entonces dices lo mismo que yo, aunque con pequeñas variaciones, no veo que tengan mayor trascendencia. Creo que estaríamos de acuerdo en que “amar a los animales” no significa que queramos acostarnos con ellos, entonces habría que hablar de amor sublimado y todas esas cosas…
Con la segunda objeción, creo que no entendiste lo que quería decir, pues no insinuaba, sino que todo el rollo del arte y el amor, pretendía precisamente explicar la importancia de la autenticidad en comparación con la insignificancia del dominio técnico, y ahí, sé que habrá muchos (desde luego tú entre ellos) que estarán en desacuerdo, pues ese dominio se considera primordial, cuando yo creo que no lo es. En cuestión de grados ¿Dónde pondríamos el nivel mínimo para que el dominio de una técnica sea el apropiado? ¿Y dónde el de la autenticidad? Ese es el asunto, y tú como ¿pragmático? tiendes a volcarte en el primero, y yo como romántico tiendo a volcarme en el segundo.
Lo que no entiendo es lo que dices al principio, textualmente: “…son medias verdades derivadas de un romanticismo entontecedor que ha hecho (y sigue haciendo) mucho daño en la consecución de la felicidad humana”. Se me escapa cual pueda ser el gran daño.
Y ¿qué coño es el amor? —buena pregunta. Es un tipo de pregunta de tal profundidad que nunca sabremos la respuesta, pero lo bonito es, por esa imposibilidad, que siempre podremos elucubrar y decir tonterías sin que nadie nos pueda quitar la razón por completo.
La última postura de yoga tendré que practicarla, porque no me queda claro quién está en mí dentro de ti y quién se queda fuera. Y los pies cómo los pongo?
Un besote, y preciosa foto la segunda (vi la peli...)
Al principio tenía muchas dudas sobre el futuro de este blog, pero me está comenzando a gustar el resultado de lo que escribo, y sobre todo: ¡os estoy captando a vosotros! ¿Será cosa del amor?
Bienvenida, Zafferano, mi flamante y nuevo fichaje.
Por cierto, si no te parece mal, voy a enlazarme a tu blog, por el que he pasado esporádicamente y por el que me gustaría pasar más a menudo y no perderme las novedades.
Otro besote para ti.
Me sorprende bastante tu planteamiento. Primero está el amor, en abstracto, o un amante concreto deseoso de "poner en ejecución" su amor aún no materializado en nadie; y solo después viene el ser amado, "necesario" -como sus instrumentos lo son para los artistas- para esa "realización efectiva" del amor.
Yo diría que el orden, así lógico como cronológico, es exactamente el contrario: primero viene el individuo concreto, que luego podrá ser o no objeto del amor, pero que es importante por sí mismo y no por su función de "ser amado" -me da igual si lo consideras "instrumento" u "objeto", como distingues luego en un intento, fallido a mi juicio, de enderezar un poco ese sorprendente planteamiento inicial-. Y después, no antes, el amor, que solo existe y es importante en función de y a partir de quien ama y quien es amado.
Por resumir: el amor es un sentimiento y una actividad de las personas, que tiene lugar en ellas, suscitado por ellas y experimentado por ellas. No, como parece desprenderse de tu post, un fenómeno inmaterial, preexistente a y más importante que los amantes y los amados, que son solo los "instrumentos" o los "objetos" mediante los cuales él se manifiesta.
Quizás me digas, como a Miroslav, que es solo una cuestión semántica y que estamos diciendo lo mismo con pequeñas variaciones, pero yo no lo creo así. Creo que son "pequeñas variaciones" muy reveladoras de concepciones absolutamente opuestas.
Cronológicamente hablando, primero estaría yo con mi capacidad de amar, luego te encontraría a ti con tu capacidad de amar, y entonces nos amaríamos (ambos seríamos instrumento y música del otro). Esa capacidad de amar, sería una suerte de estado de gracia personal, por la cual los amantes dejarían fluir el amor que sería impersonal y fuente inagotable de energía primordial. —Más o menos.
Y lamento si no capto completamente el sentido de vuestras radicales objeciones y absolutas oposiciones. Que sepáis que si así fuere, se debería más a mis limitaciones personales que a un afán por escurrir el bulto.
Mira, no sé qué es la "energía primordial" ni, en realidad, creo que exista nada a lo que se pueda llamar así, como no sea a la atracción nuclear fuerte (y me niego a admitir que eso tenga NADA que ver con el amor). E "impersonal" es el último adjetivo que se me ocurriría ponerle al amor, que es, precisamente, una cosa que le ocurre y que hacen las personas. Lo más personal del mundo.
Más o menos por ahí van mis objeciones.
Me parece ir comprendiendo. Me da la impresión que vuestro enfoque sobre el amor tiene más que ver con la física, las endorfinas y la sexología. Pues vale, pero yo no estoy hablando del amor en ese plano científico de la realidad, sino en un plano que tiene que ver más con el misterio y el espíritu. Entonces, comparto lo que decís en vuestro plano (porque es muy comprensible y razonable), pero vosotros os oponéis al mío porque no os situáis en él.
No hay ninguna necesidad por ponernos de acuerdo, pero siempre hay que intentarlo. Quizás en otro momento encontremos algún punto en común, en esta ocasión me temo que no hay solución.
Estoy, claro, bastante de acuerdo con Miroslav y con Vanbrugh, y sólo por precisar algo más: "El amor" del que habla este post de forma un tanto manida y tópica (no te lo tomes a mal, por favor) es exactamenteb un invento de la Europa del siglo XII, lo inventaron señores y damas ocioso y sobre todo sus poetas a su servicio, los conocidos juglares. Sobre este estilo se prosiguieron mitificando las relaciones sexuales o su deseo; se continuó con otro pico en el Romanticismo del ochocientos y aún pervive en ciertas publicaciones que justamente se llaman románticas, auqnue está siendo sustituido rápidamente por algo bastante más zafio: el cotilleo rosa o del corazón
(Una pregunta personal, que, como es obvio, eres muy dueño de contestar o no:¿qué edad tienes, Atman?)
Tres precisiones: Por cierto, mi anterior comentario es un brutal resumen, por tanto simplista, de algo bien desarrollado en libracos enteros por los historiadores de las mentalidades. Segundo, tu título es el de libro de Eric Fhrohm, ¿coincidencia? y tecero, la estupenda peli de Truffaut precsiamente, creo yo, contradice con una genial realidad poética, tus planteamientos
Hola, Lansky. Fíjate, que este post ha obtenido la intervención de dos comentaristas que no se definen, y tres (contigo) que se oponen abiertamente a mi planteamiento. Como yo soy muy cabezota, sigo y seguiré erre que erre en mis convicciones y estilo, pero es bueno saber de dónde provienen históricamente, y en eso te quedo agradecido. Tengo pensado en un próximo post, abordar el tema del amor sexual desde la psicología de Freud, y que recorra todo el variado abanico de las fantasías sexuales pasadas y presentes; espero que para el mismo obtenga un poco más de consenso, pero ya veremos.
Y cumplo 51 dentro de dos días. Estamos todos ahí… Creo.
Vaya, ya iba a lanzar mi comentario y me pones más cosas. Te digo: El título es igual al del libro de Fromm, pero es coincidencia, pues en mi caso no pretendía ser tan ambicioso como él, y es un fallo mío, pues así se interpretará. Y de la peli de Truffaut me acuerdo vagamente, pero lo más curioso del caso es que aunque todos os habéis opuesto, yo no lo siento así. Creo que hay un error de plano, y te pongo un ejemplo: Si yo hablo de “la vida” como un fenómeno intangible y misterioso y tu te opones diciendo que no, que la vida es un fenómeno biológico y personal de cada uno; yo estoy de acuerdo contigo, aunque tu no lo estés conmigo.
Atman, con las endorfinas, la sexología o la física puede tener que ver mi enfoque sobre el sexo. Sobre el amor, no. Como tú, yo también considero que el amor entra dentro del terreno del espíritu. (Aunque esta es una palabra ambigua, que creo que ninguno usamos exactamente en el mismo sentido que los demás. Probablemente Lansky y Miroslav, si la usan, considerarán que se refiere a una actividad neuronal, que muere con el cerebro. )
Me sitúo, pues, como tú, en el terreno del “espíritu”. Pero sigo discrepando. No creo que el amor sea “una energía” –tampoco yo, a esta palabra, le puedo dar otro significado que el estrictamente físico, salvo si la uso como metáfora para referirme a una cualidad de los seres vivos, una característica de su comportamiento- preexistente a e independiente de las personas. Por el contrario, creo que es una actividad o una manifestación, todo lo “espiritual” e inmaterial que quieras, de las personas, que solo existe en ellas. Un producto suyo. Tú pareces creer en la existencia independiente de un “amor” abstracto, que eventualmente consiente en “manifestarse” o “fluir” a través de personas concretas. Yo solo creo en el amor concreto e individual que cada persona individual y concreta siente por un objeto amado individual y concreto. Insisto, la diferencia no está solo en el modo de contarlo. Que lo contemos de tan distintas maneras trasluce que estamos hablando de cosas distintas. Yo hablo de una emoción, sentimiento o como quieras llamarlo que experimentan las personas, y que no existe independientemente de ellas ni fuera de ellas.
Lansky, antes de que Atman le plagiara el título a Fromm, Fromm se lo plagió a Ovidio. Creo, en realidad, que a estas alturas en un clásico y que no se puede hablar de plagio, sino de patrimonio común.
No, Vanbrugh, no es un plagio, sino un homenaje o un precedente, lo que quieras, puesto que el suizo menciona el libro del romano ya desde la primera página del prólogo
Pues coloquialmente se dice que la fuerza (energía) del amor mueve el mundo, y Freud construyo toda su teoría psicoanalítica sobre la energía sexual de la libido… Quizás exista un solo amor, como dijo Miroslav, pero éste tiene tantas facetas y se puede interpretar desde tantos puntos de vista, que a veces y creo que este es el caso, se hace desde planos distintos, y entonces todo chirría. Creo que en el fondo todos tenemos uno concepto clarísimo de lo que es el amor, porque lo hemos experimentado, pero que de ahí a teorizar y ponerlo en palabras hay un mundo. Y me cuesta creer que existan cosas exclusivamente humanas, pues soy de la opinión de que el universo es uno e indivisible y que, como un apéndice más, formamos parte y estamos constituidos por los mismos materiales de ese mismo todo.
En ningún momento he hablado de cosas exclusivamente humanas, Atman. He hablado de fenómenos que atañen a las personas, lo que, en este contexto y en mi intención, no es exactamente lo mismo. Como sabes, soy creyente. Dios, para mi, es una persona, aunque no sea humano. Por ejemplo. Y, forzando algo más el término, también inclyo como "amor" lo que la perra de Lansky experimenta por él. No hago hincapié en que el amor sea exclusivam,ente humano, sino en que no existe en abstracto, ni fuera ni antes de los seres concretos que aman.
ADVERTENCIA: Uso metafórico del concepto/palabro 'Energía', a no confundir con el no metafórico (Freud era un cuentista, no sólo peyorativamente, como pseudoceientífico, sino literalmente, como excelente narrador)
Las metáforas son estupendas, yo soy muy partidario, como no podía ser menos, son la sal, el gran aliño del lenguaje, pero es esencial distinguirlas de los conceptos de los que provienen y tú, Atman, me parece, eres muy propenso a no hacerlo. En ese caso el idioma 'nos' piensa, en lugar de pensarlo/usarlo nosotros; no sé si me explico
¿Y la vida? ¿Sería algo abstracto o pertenecería sólo a los seres vivos? La vida, como el amor, habita en los seres, pero no les pertenece.
No me importa que el idioma me piense, lansky, porque no creo ser el dueño consciente de todo lo que escribo. Freud habla de energía psíquica, por lo que automáticamente queda descalificado desde el punto de vista de la física, ¿pero es que la física tiene algo que decir en cuanto al amor? ¡Pues que se vaya por ahí con sus partículas y nos deje desvariar a nuestras anchas!
No, freud está absolutamente descalificado -por emplar tu mismo epíteto- desde el punto de vista de la psicología, de la terapeútica, de la ciencia y de la simple honestidad intelectual (el brujo de viena le llamaba hace ya décadas el gran Nabokov)
Atman, lo abstracto solo existe en nuestras cabezas. "La vida", "el amor", son los conceptos abstractos que formamos para poder pensar a la vez en todas las vidas de cada uno de los seres vivos concretos, en todos los amores de cada uno de los seres amantes concretos. Pero no existen en ningún otro sitio, ni de ninguna otra forma, que como ideas en nuestras cabezas. En el mundo real existen seres que estan vivos, y llamamos "vida" a eso que le pasa a cada uno de ellos, y seres que aman, y llamamos "amor" a eso que le pasa a cada uno de ellos. No solo el mundo funciona, existe, así, sino que no funciona ni existe de ningún otro modo. Como te advertía Lansky tú tiendes a confundir las metáaforas -el lenguaje es metáfora, el pensamiento es lenguaje y, por tanto, metáfora; las ideas son metáforas- con la realidad. Las ideas, el lenguaje, las metáforas, son los instrumentos abstractos, mentales, con los que manejamos la realidad en nuestras cabezas, pero nada más (y nada menos). La realidad es, siempre, concreta e independiente de las cosntrucciones mentales que nosotros nos hacemos sobre ella..
Pues lo trataré de tener en cuenta: Metáfora y realidad (dos cosas distintas). Me voy a comer, que he tenido una sobredosis de pensamiento y escritura al que no estoy acostumbrado.
"En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas."
Jorge Luis Borges
El 'Ars amandi' fue un pelotazo. (Ovidio, para ser cura, también se lució con La Metamorfosis)
Batasnte después Fromm metió sus manitas de americano de la escuela de Francfort y le salío una cagadita remilgada sobre el arte de amar...
Admito que a mí me interesó mucho cuando era adolescente.
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