miércoles, 13 de octubre de 2010

Tu recuerdo y las estrellas (semicuento)

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Si miras al cielo la luz del sol te ciega, pero por las noches la vista se te pierde por un espacio infinito y cristalino. En las ciudades uno se olvida de robar algo de tiempo para tumbarse a contemplar el espectáculo maravilloso de un cielo nocturno.


Oí decir que los antiguos egipcios dormían al aire libre, que sólo después debieron acostumbrarse a dormir dentro de sus casas, y que por eso pintaban los techos de sus dormitorios de negro y con estrellas. Reloj cósmico lleno de intencionalidad o soles abrasadores danzando por precisas leyes físicas, su visión siempre tiene un efecto fascinador. Sólo lo que yo soy, mi cuerpo, y la vida que habita en mí, es tan grande como el firmamento. Allá arriba todo es majestuoso pero frío, aquí adentro todo es calor y palpitación. De pronto no quiero seguir mirando este mundo en blanco y negro y necesito calor. Ya no quiero más silencio sino el sonido de la risa, de la música, y el murmullo de la voz. Y a ella, aunque una vez la encontré, la volví a perder. Se está nublando, se ha levantado viento y comienza a oler a tierra mojada. Todavía tengo un nítido recuerdo de cuando cada quehacer cotidiano era un acontecimiento y la ciudad entera nos pertenecía; los besos en público, la prisa al desvestirnos nada más traspasar el umbral de la casa, las cartas que intentaban mitigar la distancia de cualquier pequeña separación. Pero ahora hace frío y ya no se ven las estrellas. Me voy, y cuando llegue a casa tomaré un buen vino tinto y pensaré en cómo eran sus labios rojos.

 
Imagen: La Vía Láctea y la Cruz del Sur

4 comentarios:

Grillo dijo...

Átman, tus posts y comentarios son siempre interesantes y este me parece muy, muy romántico. Lo digo en serio.

Como casi siempre ando de cachondeo y con bromas me veo obigado a advertir que cuando digo 'en serio' es pura verdad.

A ver si me animo y cuento una anécdota muy peculiar y sorprendente que viví por tus tierras. En Lopagán, concretamente.

Ātman dijo...

Hola Grillo. He de aclararte que me siento muy integrado en esta tierra, España, que me acogió desde hace ya más de 40 años y de la que estoy muy agradecido; pero yo nací en Montevideo, Uruguay. Mis padres me trajeron a Madrid con sólo 9 años y allí pasé el período más largo de mi vida, ahora, mis huesos me han traído a estas áridas pero hermosas tierras murcianas… Como ves he dado algunos tumbos… Y muchas gracias por tu ánimo. Lo estaba necesitando.

Grillo dijo...

¡ Ah.... la pequeñita y dulce Uruguay !

¿Has vuelto allá de mayor? Yo pasé rápidamente por allí por cuestión de trabajo y me pareció una joyita junto al río - o al mennos en la zona donde estuve.
El habla de sus gentes me pareció de algún modo más agradable que la de sus paisanos limítrofes - sin que con eso quiera repetir el tópico de que los otros sean unos 'chantas' sólo porque lo digan cuatro españolitos bromistas. (Salgo de este tema de envidias soterradas que me parece turbio.)

Escuharte decir que te doy ánimos va directamente a engrosar la calulitis de mi vanidad - como ha dicho Lansky con tanta gracia.

Ātman dijo...

Sí, he vuelto en un par de ocasiones. Dicen las malas lengua que el país existe porque nuestros vecinos (argentinos y brasileros) no se pusieron de acuerdo de a quién pertenecía esa pequeña extensión de tierra (dos veces el tamaño de Portugal), aunque la historia patria asegura que defendimos corajudamente nuestro derecho a existir.